Coincidiréis conmigo muchas en que una madre que se va de fiesta no siempre está bien vista y debe andar dando explicaciones sociales de por qué ha cometido la «oh grave imprudencia» de irse una noche de » cachondeo»
Antes de empezar mi post de hoy, ronda de «poner el parche antes de que salga el grano, porque el grano de vez en cuando sale y salta por peteneras» Esto no es un mensaje subliminal hacia nadie, es un post que escribo porque como «no tengo yo nada que hacer» me distraigo un poquito más si cabe de esta manera. No sabeis a las horas intempestiva que escribo el blog, durante el día no me da la vida, pero es algo que no quiero dejar, porque en un tiempo yo escribía y mucho, y me sigue quedando ese gusanillo. Mi blog es parte de mi actividad laboral, algo que me hace llegar a mi gente, a mis clientes, y quiero echarle ganas aunque el trabajo me salga por las orejas.
Pero bueno, voy al meollo del asunto. Hace unas semanas salí con dos amigas a cenar y tomar unas copillas. Me lo pasé muy bien en la cena, hinchándome de sushi como si no hubiera mañana, sintiendo esa extraña sensación de no tener a mi pequeña Maroti en brazos, o a mi niña mayor Vera, diciéndome hasta el agotamiento que se aburre. Estaba yo sola, con mis dos amigas, comiendo, charlando y punto. Y me gustó, oye, me gustó.
Trás la cena fuimos a un sitio en el paseo Colón, se ve que muy de moda, pero cuando yo salía por allí no había mucha gente, en aquella época íbamos a Boss, Antique, Penélope, Bestiario, Groucho, Elefunk… pero el Paseo Colón, esto «pa» mí es nuevo, llamadme «vintage»
Entré en aquel lugar como el cocodrilo que se metió en su cueva. Sí, sí, ese que de pronto asomó la cabeza y miro para un lado y al otro. Y me pasó lo mismo, amigas, me sorprendí a tope.
A pesar de que la música era de Fito y había un concierto chulísimo, tenía yo una sensación de «deya vire» constante, aquello era raro, y yo me sentía una madre. ¡Qué coraje, chiquillo! Entendedme, no me avergüenzo yo de mi cuerpo reparío, ni de mis ojeras de trabajar hasta las 2 de la mañana y levantarme a las 7:30, no. Lo llevo con toda la dignidad que me permite mi agotamiento, pero pretendía sentir esa sensación fresca y lozana de mis últimas salidas pre-maternales. Sí, me refiero a esa simpática sensación de no tener horario, de no tener que explicar nada, ese gustazo, esa sensación de libertad, o libertinaje. Pues no amigas, no, esa sensación no llegaba. Yo miraba a mi alrededor y lo que allí había eran auténticos señores de Murcia* y a pesar de que estaba yo en la media de edad de aquel simpático antro, a mí me daba la sensación de ser la madre de todos ellos. Ay, qué cosa más rara. Es como cuando vienen a mi estudio de fotografía los padres de mis newborn, y de repente descubro una portañuelilla abierta, o una pelusilla en el pechito de la madre y me dan ganas de quitársela, de subirle la cremallera, sin más, como una auténtica madre de libro. Pues así estaba yo, con ganas de acunar y casi que darle teta al chavalin que se me acercó intentando entablar. Angelito mío… si es que no sabes con quien andas hablando, si yo perdí ese morbillo tan potente que yo tenía cuando entre en paritario por primera vez y mostré mis interiores a todos esos alumnos de medicina que en julio rondaban el Virgen del Rocío.
En fin, bromas, hipérboles a parte, mi noche de fiesta fue divertida, bailé libre, con cierto tambaleo » de madre que acuna» , busqué un carro imaginario al que mover, me fijé en las muchachas allí presentes apostado un ojo de la cara de que madre solo había una, y esa era yo. Soñé un poco con el pasado, añorando flojito, besé a mis amigas ( en las mejillas y apretado) y recordé lo bonito que era y lo bonito que es y será nuestra amistad. Disfruté, más discreta que años atrás, sin rotondas de por medio**
Pero aunque haya cambiado, soy la misma, o no… no sé. Ahora soy la misma pero un poquito más responsable, un poquito más madura, un muchito madre… Me gusta lo que soy 😉 y esta etapa no la cambio por ninguna, aunque que bien un ratito de oxígeno, cierto es. Como desintoxica y refrigera salir una noche con las amigas. La próximo con mi esposo, que también nos va a venir muy bien un poquito de soledad, porque la pareja también necesita oxigenarse, pero de esto hablaremos en otro post.
2 respuestas
Jajajajaja, que arte tienes contando las cosas, y que verdades más grandes, es cierto que cuando una sale que son escasas veces me siento como desubicada, rara como que ya no pegas en ésos sitios, que te sacan de parques, cumpleaños de niños, y fiestas infantiles y dices yo ya no pego aquí, jajajajaja
JAJAJAJA, menos mal, que no estoy sola jajaja