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DE AMOR Y DE ODIOS

Septiembre se me ha echado encima como una losa. Regresé de  las mejores vacaciones que voy a tener posiblemente en mi vida,  hace sólo 20 días y sin embargo tengo la sensación de llevar un recorrido de años luz desde entonces y canciones de «nostalgia» suenan en mi cabeza.

Qué felices hemos sido durante este mes de atracón de hijas, comida, risa, diversión y agotamiento total. Mis vacaciones me han regalado momentos tan  felices como estos:

Todo muy idílico, ¿ verdad? Pues no… amigos, la realidad no es sólo estas fotos en plan portada del «Hola».

Esta es una realidad que os resultará familiar:

No me digáis que aquellos que tenéis hijos no habéis vivido una situación similar en medio de la playa  con vuestros peques en edad de rabieta, y yo, ay qué mala madre, cojo y le hago una foto. 😀

Lo mismo lloraba por que quería un helado, dos, o tres, así de golpe junto, que por querer bañarse, que por no querer, y de repente el cable que se cruzaba era porque tenía sueño pero era más divertido dar guerrita hasta las tantas de la madrugada. ¡Entretenidos nos has tenido, pequeña Mar Mar!

Pero al final, lo que recuerdo y se me queda más es que ha habido besos, abrazos, tobillo doblado ( por creerme que tengo 15 años y soy una tortuga Ninja…)  y unos cuantos kilos de más que perdí nada más llegar porque a mí la pena  me da por no comer desde la adolescencia y me llevé a mi regreso una «sorpresa» extraña que me causó pena.

Mar Mar llorando como si no existiera un mañana.

Sin embargo tras unos días de reflexión, creo que la vida nos encamina hacia donde debemos ir,  y por lo que sea  a veces lo inesperado sucede por algo, que de momento no entendemos pero resulta que es mejor que sea así.

Tenía la intención de hacerme un photoshop en los lamparones del vestido, pero la verdad… que queréis que os diga, soy una madre sin descanso, y ahí voy yo de crucero, con todos mis apaños, mi look de madre » moderna» y mi vestido del chino del centro con unas manchas de aceite de mis pequeñas trogloditas que si lo piensas, tienen hasta su gracia.

Y se terminó mi sueño de verano, de turismo, de descanso y de playa con los míos. Porque todo lo que empieza termina, eso es una realidad aplastante.

Érase una vez La Luz, mi cajita de luz, de sueños, de alegrías y de aventuras infantiles, está centrada de lleno en presentar la campaña de Comuniones 2019, y por supuesto en preparar la Navidad. Todo pensando, todo comprado, visto o memorizado. Sólo queda que llegue  octubre y  tener la oferta lista para mostraroosla. Hay ya personas que me han pedido que las apunté sí o sí, y me faltan dedos, pies incluidos, para contarlas, así que estad atentos a la navidad. Sí, ahora con toda la calor, pero en unas cuantas semanas os contaré más. Será dulce, con contrastes y sobre todo  estará hecha con mucho cariño, como siempre.

Y hablando de cariño, y de lo que viene, no puedo evitar hablar de esa tendencia que hay en las redes sociales. Me refiero a esas personas a las que voy a llamar » cariñosamente» los ODIADORES.

Los odiadores son seres aburridos, despiadados, gente que  opina sobre otra gente por el simple hecho de causar un dolor. El problema es que el dolor lo llevan ellos encima, y lo único que causan es un poco de vergüenza ajena. A veces son personas mandadas por otras personas, amigos de amigos, amigos de enemigos, cualquiera sabe…

El otro día una buena amiga  artesana me expresaba su angustia al respecto. Sin venir a cuento le vinieron en su página una oleada de puntuaciones negativas sobre su trabajo de gente que no conocía de nada ni eran clientes suyos.

Todos los que tenemos negocios y nos movemos en las redes sociales, estamos expuestos a personas a las que no les gustamos y se creen en el derecho de decirnos algo feo públicamente. Como dice mi buena amiga Susana Torralbo, que tengas una página de Facebook, o una web, no da derecho a nadie a insultar, o decir lo que piensa si es algo desagradable y estúpido. Un ejemplo claro es: Si voy por la vía pública andando y me cruzo contigo, oh Odiador, no me vas a plantar cara y me vas a decir en mi jeta por ir por la vía publica lo fea, lo tonta o lo mal que te caigo. No te atreverías. Pues en las redes sí que nos atrevemos, sí. Nos volvemos todos muy gallardos.

Cuando alguien que ha adquirido tus servicios  te deja una opinión negativa, es muy respetable. Me parece correcto, incluso bueno, si alguien no queda contengo que lo exprese, aunque la otra parte también tenga siempre algo que decir. No dejan de ser dos puntos de vistas, dos maneras de ver algo, y a veces no hay conexión. A mí esto es algo que me cuesta, porque generalmente me ocurre justo lo contrario, mis clientes me tienen «mal acostumbrada» son gente linda, que queda satisfecha y además me lo expresa, sin embargo acepto y respeto aunque pueda no estar conforme la opinión de alguien que ha adquirido el servicio y por sus motivos, más o menos congruentes, no esté satisfecho. Y por supuesto me ha pasado, porque personas hay de todos los tipos y situaciones muchas. Es la conciencia de cada uno la que sabe si se han hecho las cosas bien o no. La mía duerme feliz.

No se puede provocar la misma sorpresa agradable en todo el mundo, a veces pretendemos que esto sea como la primera vez que te metiste un Peta Z en la boca, y no. Oye, hay gente que no siente la chispa, y si eso te sucede, colega fotógrafo/a, o amigo/a con empresa propia del tipo que sea, hay que aceptarlo con honor.

Pero… ¿dónde dejamos el honor cuando alguien te puntúa negativamente tu página, o tu site, o tu google sin motivo ni razón y descubres que esa persona está relacionada con un fotografo que ni siquiera te conoce personalmente? Así consolaba yo a mi amiga que ha sufrido ataque de odiadores, poniéndole de ejemplo el caso vivido en mis propias carnes serranas.

Hombre, pues la verdad… de primer impacto un alíen se apodera de ti y deseas gritar al mundo que tú, que alimentas a tus hijos con el sudor de tu frente trabajadora, no te mereces  eso . Pero luego te paras, quitas los brazos en jarra, y piensas en la cantidad de tiempo libre que tienen esas personas ( ese que tú  no tienes precisamente)  y dices: Oye, pues si el chiquillo o la chiquilla es feliz haciéndome esto a mí, pues yo me alegro de darles ese instante de satisfacción en sus vidas, porque al fin y al cabo esto se tratar de hacer feliz a los demás. Y quien vea mi trabajo, y me conozca, verá que una estrella, dos, o una opinión fea frente a muchas positivas, no son nada, porque hay cosas que dan el cante, y encima, hay cosas que son  hasta denunciables.

Y ya está, amiga mía, tú, al igual que yo, al igual que otras personas, estamos expuesto a gente que está aburrida y que hecha a los demás  la culpa de sus males.  Y puedes hacerles un gesto simpático, o guardarte para ti tus impresiones, pero al final lo mejor antes los ODIADORES es ignorarles, y esperar pacientemente que la vida les devuelva, porque todo se recoge.

Amigos míos,  dicho esto, tomemos con reservas lo que vemos en las redes sociales, que nadie es tan bueno, ni tan malo. Empecemos la vuelta al cole con ilusión y trataré de sacar tiempo para no dejar abandonaito mi blog que tanto me relaja y en breve os contaré más cositas de cara a los próximos meses. ILUSIÓN preparada a raudales, imparable e inagotable. Así vengo… y preparada para llevarlo todo para adelante.

🙂

4 respuestas

  1. Vanessa, preciosa, no sé qué habrá podido pasarte…las personas como tú, siempre confían e intentan ver el lado bueno de los demás…y al final…te llevas desengaños por pensar que existen personas capaces de ciertas cosas…la vida es un continuo aprendizaje… porque querida…no todos son como tú…ni actuan como tú…ni sienten como tú…ni tienen esa LUZ…pero no cambies por eso… simplemente sigue BRILLANDO.

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